El despertar de la conciencia, parte 1
Tenía
momentos de lucidez. Mis ojos se entreabrían entrecortadamente a fuerza de
electricidad. Brotes de energía travesaban mi cuerpo rápidamente, sin darme
tiempo a reaccionar. Quería moverme, pero algún objeto me lo impedía. No sabía
si me encontraba sujetado por ataduras o simplemente mi cuerpo se hallaba
paralizado por aquella tormentosa situación. Sin embargo, tenía claro que
quería alejarme de allí. Aquellas sensaciones que me provocaban la vida no eran
agradables. Deseaba, por lo menos, poder mencionar mi nombre, que supieran que
estaba vivo. Que pararan de torturarme con las corrientes eléctricas que
reaccionaban ante mis estímulos.
Debían
estar convencidos de mi muerte, pues aquellas personas a las que vislumbraba
confusamente no dejaban de experimentar con mi cuerpo. ¿Qué me habrá ocurrido
que ha provocado tan ansiosa experimentación? Sí, debía de emitir algún rasgo
que afirmase mi supervivencia. Intenté producir sonido, pero mis labios se
hallaban cerrados ante un bloqueo perpetuo. Debía de pensar la manera de
hacerme entender. “Quizás con abrir mis ojos entenderán que estoy con vida”.
En
un intento por entreabrir los pesados párpados comprendí mi situación. De
manera borrosa me percaté de mi postura. Me encontraba acostado en una camilla
metálica donde, unas personas con bata, me inyectaban todo tipo de líquidos
extraños. Otros tanto me colocaban vías en los brazos. Mi cuerpo se hallaba
completamente desnudo a causa de múltiples cables que lo atravesaban y
envolvían. Era, realmente, un cuerpo de experimentación.
“¿Qué
estarán buscando?” Mi mente se nublaba una y otra vez consecuencia de los
fluidos que me introducían. No comprendía totalmente mi estado. “¿Estaré
muriéndome? ¿Me ocurre algo grave?”. Preguntas y más preguntas rebotaban en mi
cabeza. Debía averiguarlo a pesar de mi flojedad. Un último intento por avisar de
mi estado sería la causa de mi salvación.
-¡Rápido! Debemos sacarle la máxima
sangre posible antes de que despierte. ¡Esto nos hará ricos! Podremos
vendérselo a cualquier empresa para su utilidad privada. Además, será una
exclusiva en toda regla. ¡Hay que aprovechar el momento!
-Señor, ¿no cree que sigue siendo una
persona a la que hay que respetar? Ya hemos extraído la suficiente sangre como
para analizarla y venderla al mejor postor. Dejemos que este hombre se vaya a
su casa e intente rehacer su vida. Tiene derecho a ello.
La voz de una joven asomaba finamente en un extremo de la sala.
-¡NO! Este espécimen es mío. Y haré
lo que desee con él. Además, aún debemos saber quién es y por qué ocurrió ese
hecho hace una semana. Mientras no salga de nuestro laboratorio, nadie sabrá
que sobrevivió. Su familia creerá que está muerto; ya lo habrán llorado
suficiente.
Noté
como aquella voz masculina se acercaba hacia mi persona. Y como un suspiro ante
mi oído escuché lo último que tenía que decirme.
-¿Quién eres? ¿Y por qué estás aquí?
Ahora eres totalmente mío. Tu fuerza y tus habilidades serán mi arma. Gracias
por haberme dado esta oportunidad… - Y notando su lejanía
finalizó.- Haced lo que queráis con él
una vez cumplido nuestro propósito. ¡Cómo si queréis extraerle hasta la última
gota de sangre que existe en su cuerpo! Enterradlo bien si fuera ese el caso.
¿Había
entendido bien? Algo horrible había ocurrido, y yo había sido la causa de ello.
Ahora, estos médicos o lo que sean me utilizarán y eliminarán después. ¡¡Mi
familia!! Mis ojos obtuvieron la energía que necesitaban. Una sacudida de
vitalidad gracias al recuerdo de seres queridos despertó mis sentidos. “¡Mi
familia! Creían que había fallecido… ¡Debo decirles que estoy aquí!” Debía, en
realidad, detener los planes de aquellos malvados personajes que querían
destruir el mundo utilizándome. ¿Pero cómo? Si yo era un ser insignificante… “Algo
ha tenido que cambiar.”
Con
esta determinación, mi cuerpo cobró vida. Mis músculos, ahora enormes, podían
avanzar mínimamente con gran esfuerzo. Mis ojos se abrieron extremadamente, cambiando
de color por la ira que, ahora, comenzaba a apoderarse de mi persona. Mi
cabello, castaño claro, había sido rapado concienzudamente, lo que me daba un
aspecto aterrador.
En
aquellos momentos solo oía gritos y súplicas donde predominaba la frase: “Sabía
que llegaría este momento”. No me interesaban ninguno de ellos, sólo deseaba
entorpecer los planes del hombre que me había susurrado anteriormente, amenazándome
y burlándose de mi situación y familia. Pero mi ira aumentaba a cada paso que
daba en dirección a la salida. Aquellos seres a los que ahora veía como
insignificantes me impedían huir obstaculizándome el paso. Para ello, múltiples
agujas volaban en mi dirección, intentando que, con esto, no avanzara hacia mi
cometido.
Un
grito de cólera salió de mi boca, provocado por un intento de clavarse una
aguja en mi brazo. Ferozmente y mirando hacia el infinito, apreté mis grandes músculos
estimulando la salida de miles de venas por mis brazos. La inyección que había
penetrado mi piel salió disparada con solo pensarlo; mis músculos se habían
puesto extremadamente duros, mi cuerpo parecía ser de piedra.
Ahora
sí me encontraba envuelto en cólera. Mi ira dominaba mis movimientos y
pensamientos. “Me había convertido en un ser extremadamente poderoso… y peligroso”.
CONTINUARÁ
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